Finales de abril de 2020. Mientras la industria del cine en España hacía muy bien los deberes, el Gobierno presentó el programa de desescalada hacia la “nueva normalidad”, que constaba de cuatro etapas y que se completaría a finales de junio de 2020. Las casi 30 páginas de ese plan de desescalada las podéis chafardear aquí, pero bueno, en resumidas cuentas establecía los principales parámetros e instrumentos para la adaptación del conjunto de la sociedad a la nueva normalidad, con las máximas garantías de seguridad.

A pesar de que en la Fase 1 (a partir del 11 de mayo) de ese programa de desescalada los cines que lo desearan ya podían abrir, no comenzaron a hacerlo hasta la Fase 2 (25 de mayo), siempre y cuando estuvieran en provincias o islas que cumplieran los requisitos necesarios además del uso obligatorio de la mascarilla: butacas asignadas previamente y un aforo de un tercio del total.

De los más de 500 cines que había en España, ese lunes 25 de mayo solo abrió uno. El elegido. Ese Neo de los cines que no son terrazas (un cine de verano no es un cine de verdad, y LO SABÉIS) fue el Cinemax Almenara de la población de Lorca (Murcia), un complejo de 10 salas ubicado en el centro comercial Parque Almenara. Su cartelera ofrecía las películas que habían quedado pendientes meses antes, pero con una suculenta oferta: TODAS las entradas a 4 euros. Otro día os contamos cuántos espectadores tuvo.
¿Y por qué demonios no abrieron más cines? Pues por tres principales motivos:
Primero porque muchos aún estaban inmersos en la implantación del nuevo y meticuloso protocolo de seguridad, respaldado por la Federación de Cines. Querían hacerlo bien, sin errores y, además, calculando los terribles gastos adicionales. ¿Queréis datos?

La compra de materiales para la implementación del protocolo (mamparas protectoras, EPIs, mascarillas, guantes, termómetros, geles hidroalcohólicos, alfombras sanitizantes y desinfectantes de superficies) se estimaba en unos 300€ al mes por pantalla, lo que suponía un gasto de algo más de 1 millón de euros mensuales para todas las pantallas de España.
Eso sí, no hay que olvidar la ayuda que anunció el Ministerio de Cultura, que contemplaba 13 millones de euros para financiar las medidas sanitarias adoptadas y la promoción de la reapertura de los cines. Esa ayuda se escuchaba por entonces como música celestial.
Segundo. Porque, después de haber tenido los proyectores parados tanto tiempo, éstos presentaban problemas técnicos, y algunos cines tuvieron que cambiar piezas por no haber realizado un mantenimiento semanal durante el confinamiento. Tan cierto como triste.

En una entrevista en El Correo de Burgos, ya lo decía Alicia Alonso, gerente y operadora de los cines Van Golem. «Hay que mantener ‘engrasada’ la maquinaria y comprobar que funciona con normalidad para que no haya ningún problema cuando volvamos a abrir». Alonso estuvo yendo al cine cada semana para encender y apagar los proyectores como medida de mantenimiento.
Y tercero. Porque a los cines no les salía a cuenta reabrir con un aforo del 30 % y sin estrenos nuevos. Salvo casos excepcionales que veremos a continuación, la mayoría de cadenas de cines optaron por esperar a que todas las provincias españolas alcanzaran la Fase 3, el 8 de junio, justo cuando ya habría un calendario de estrenos más atractivo y, sobre todo, un aforo disponible del 50 %, lo que les permitiría cubrir gastos. Era lógico. ¿Para qué abrir si iban a perder aún más dinero del previsto?
Una reducción del aforo al 50 % suponía una pérdida diaria de ingresos para todos los cines españoles de 1,3 millones de euros. En el caso de reducirlo al 30 %, la pérdida diaria ascendía a 1,82 millones de euros.
LOS CINES VAN REABRIENDO
Después del caso único del Almenara de Lorca, la medalla de plata de la reapertura se la llevó el Kinépolis Paterna de Valencia con una sesión de Onward a las 17:00h el 5 de junio. El cine reabrió solo 6 de sus 24 salas, con una cartelera algo limitada, todo hay que decirlo, pero con unas medidas de seguridad muy estrictas como principal fortaleza. En la sala, por cada 2 butacas ocupadas, se bloqueaban 16 a su alrededor. Además, se obligaba a salir en orden desde la primera fila, los propios espectadores podían escanear su entrada en los accesos y, en el bar, las palomitas y bebidas se entregaban embolsadas.
¿Medalla de bronce? El tercer cine en reabrir fue el veterano Zugaza de Durango, en Vizcaya, que lleva desde el año 1927 y ha sobrevivido a las bombas y a las crisis de todos los colores. El cine salió en un reportaje de Televisión Española donde Alfonso Benegas, responsable del circuito Areto del que forma parte el cine, fardaba de la automatización del cine con la taquilla táctil y hasta detector de temperatura que te abría un torno para poder pasar como si estuvieras en el metro. ¿Primera sesión? A las 19:00h del mismo viernes 5 de junio.
La maquinaria de exhibición cinematográfica española iba encendiéndose poco a poco. Campañas como la de #YoVoyAlCine, en la que la distribuidores y exhibidores lanzaban un mensaje de ánimo y confianza al público para que volviera a las salas, y el hecho de tener grandes películas a la vuelta de la esquina hicieron que los cines recuperaran fuerzas y se atrevieran abrir. Además el spot que se podía ver en las salas te ponía, como diría aquel mítico jugador de fútbol, la gallina de piel.

Y por si no fuera suficiente aliciente los inminentes estrenos de dos peces gordos como Tenet o Mulan, algunos cines dieron en el clavo reestrenando clasicazos de la talla de Los Goonies, Los Cazafantasmas, E.T. El Extraterrestre, 2001: Una odisea en el espacio o Matrix. Fijaros en la grandiosa cartelera de los Cines Príncipe de San Sebastián en junio de 2020.

Pero vayamos con más fechas. El lunes 8 de Junio el Artistic Metropol era el primer cine en reabrir en la capital y por su parte la cadena Cinesa reabría 3 cines a nivel nacional en modo de prueba en Galicia (As Cancelas), Zaragoza (Puerto Venecia) y Valencia (Bonaire). El 12 de junio ya teníamos abiertos un par de cines de OCine (RÍO Shopping en Valladolid y el Aqua de Valencia), la Sala Berlanga de Madrid, el Cinema Alhambra de La Garriga (Catalunya) y Cine Yelmo, por su parte, reabría 11 de sus 50 cines, justo en las ciudades que ya estuvieran en la Fase 3; Vizcaya: Megapark y Artea, Sevilla: Lagoh; Cádiz: Puerta Europa y Área Sur; Islas Canarias: Vecindario, Las Arenas y Alisios (Gran Canaria), Meridiano y La Orotava (Tenerife) y Fuerteventura.

Podríamos estar desgranando la lista de cines que reabrieron día tras días, pero queremos ir directos al día D: el 26 de junio. Para ese viernes, el 45 % de los cines de todo el país decidieron abrir ya que fue cuando empezaron a llegar los primeros títulos estadounidenses estrenados por multinacionales, así que por ejemplo pudimos ver el primer estreno de Universal, Personal Assistant con 196 copias, un drama musical con Dakota Johnson; o la primera cinta de terror, La posesión de Mary, con 122 copias distribuidas por la ya extinta eOne Films. Además ese día habían otros 9 títulos entre los que destacó el reestreno por parte de A Contracorriente Films de Cinema Paradiso, un clásico que servía de homenaje al renacimiento del cine en toda España que llegaba a 150 cines.
LAS MEDIDAS SANITARIAS DE LOS CINES
En todos los casos, los cines comunicaban el cumplimiento de las medidas de seguridad sanitarias mediante carteles, roll-ups y anuncios antes de las proyecciones. ¿Las recordáis? Señalización para asegurar la distancia de seguridad en colas, sesiones escalonadas para realizar una mayor limpieza y desinfección entre películas, el obligatorio límite de aforo, el fomento de la compra online, el uso de geles hidroalcohólicos y por supuesto el uso de mascarillas (y demás EPIs) para los trabajadores de los cines y los espectadores.
Pero de todas las medidas la que más dio que hablar fue el uso obligatorio de la mascarilla…
Todo empezó antes de que ningún cine pudiera volver a encender proyectores, cuando el Gobierno de España acabó haciendo obligatorio a partir del 19 de mayo de 2020 el uso de mascarilla en interiores y exteriores siempre y cuando no se pudiera mantener la distancia de seguridad. Sí, después de repetirnos a la población que no hacía falta, que era una exageración y que era contraproducente.
Pero bueno, ya lo decía Batman en El Caballero Oscuro: La leyenda renace (2012): “La máscara no es para ti, es para proteger a los que más quieres”.
Por mucha reapertura que tuvieran, la obligatoriedad de la mascarilla ponía un palo en la rueda de la máquina de hacer dinero de los cines: los bares. Lo más fácil hubiera sido prohibir todo el consumo en la salas, pero al final los cines viven con un porcentaje altísimo de los ingresos gracias al tema de las palomitas y las bebidas y en ese momento no podían renunciar a eso. Así que se agarraron a que como había distancia al haber butacas bloqueadas podían bajarse la mascarilla para consumir. Y coló.

Pero el tema generaba tensiones, ya que, por un lado, estaba la incomprensión de quienes no consumían y aguantaban con la mascarilla puesta, y, por otro, el descaro de aquellos que pasaban dos horas de película con una bolsa de patatas y la mascarilla guardada en el bolsillo. Meses más tarde, cada Comunidad Autónoma establecería sus propias reglas y decidiría prohibir (o no) la venta de productos en el bar. Sin embargo, en las reaperturas de los cines entre mayo y junio, pensar en algo así era una locura.
El caso es que de golpe y porrazo nos convertíamos en Leatherface y la mascarilla se convertía en una segunda piel y un complemento indispensable en nuestro día a día. Eso sí, cadenas como la balear Aficine aprovechó el tirón y vendían mascarillas FFP2 con su logo. Buena idea y realemente nos sorprende que nadie más lo hiciera.
LA NUEVA NORMALIDAD
Después del duro confinamiento, de las restricciones, de 246.272 contagiados y de 28.323 fallecidos, el 21 de junio finalizaba la sexta y última prórroga del estado de alarma. Así que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, daba por «vencida» a la pandemia y animaba a todos los ciudadanos a «no tener miedo y salir a la calle para reactivar la economía». Un mensaje de relajación que, por entonces, no se veía contraproducente y que era justo lo que necesitábamos oír.
Queríamos normalidad. Y los cines también.
Cadenas de cines como Golem reabrieron con entusiasmo el 3 de julio, lanzando una iniciativa muy atractiva en la que el público pudo elegir parte de la cartelera a través de las redes sociales. El Cine Callao de Madrid renació por todo lo alto el 2 de julio con la primera gran première con alfombra roja de la comedia española La lista de los deseos y el primer gran festival de cine, el BCN Film Fest, se celebraba en los cines Verdi de Barcelona.
Y no solo la normalidad regresaba en forma de eventos, sino también de inauguraciones. El 10 de julio se inauguraban contra viento y marea los Cines Embajadores en el barrio de Arganzuela de Madrid. Un proyecto de superación de Miguel Ángel Pérez, dueño de la distribuidora de cine Surtsey Films, quien logró abrir un cine en medio de una pandemia mundial y que a día de hoy tiene un público muy fiel.

Los espectadores iban regresando al cine de manera gradual, aunque, en realidad, quienes sufrían más la incertidumbre eran las pequeñas cadenas de cines. Mientras las grandes compañías podían permitirse cierta estabilidad, los cines independientes y de menor tamaño luchaban por mantenerse a flote, enfrentándose a la falta de afluencia, los costos operativos y la dificultad de atraer al público en un momento que se había roto los hábitos de consumo.
Llegados a este punto del verano seguro que recordáis esa sensación de que todo había terminado, ¿verdad? Por desgracia, no era más que un espejismo. Como algunos habían previsto, los contagios de Coronavirus empezaron a aumentar de forma silenciosa, y los rebrotes se extendieron por una España que se había relajado demasiado.
